El olvido es un proceso lleno de connotaciones negativas, cuando se nos olvida hacer algo incluso nos sentimos mal, pero hay que confiar en la sabiduría de la mente y pensar que por algo se activan estos procesos. En el caso de Cora, se trata de una perra anciana o senior, no sé si olvida lo que le interesa, pero estoy seguro que la acompañaré hasta que no sepa ni donde vive 😉 .

Ante de comenzar a meternos en este artículo  más a fondo, si buscas saber más sobre fenómenos de aprendizaje un poco más avanzados en en la psicología del aprendizaje aplicada al adiestramiento, te recomiendo visitar post como el de inercia conductual, pereza aprendida, etc.

El olvido, ese enemigo incansable que nos persigue a lo largo de toda la vida se le puede definir coloquialmente como eso que pasa cuando nuestra memoria falla y no respondemos de acuerdo con la experiencia o el aprendizaje previos. Sin embargo esta definición de olvido se queda “coja” según indica White (2001) ya que no se debe ver al olvido como la mera ausencia de recuerdo.

El olvido puede ayudarnos en ciertas situaciones ya que aumenta nuestra variabilidad conductual. Es una tremenda faena que nuestra variabilidad conductual sea alta cuando no recordamos algo en un momento crítico pero puede ayudarnos cuando cambiamos totalmente de trabajo y tenemos que plantearnos de nuevo un montón de cosas (¿seremos más creativos?, ¿menos resistentes al cambio?, …)

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Otra ventaja del olvido es que reduce la especificidad del contexto de aprendizaje y, por tanto, permite que la conducta aprendida hace meses se manifieste en un rango de situaciones más amplio, es decir, puede aumentar la generalización tan perseguida en el mundo canino (esto me recuerda la frase típica de “en el parque de mi barrio hace unos tumbados buenisisimos” 😀 )

La observación más típica sobre el olvido es que el fallo en la memoria se hace más probable a medida que pasa el tiempo pero es una excesiva simplificación decir que el tiempo es la causa del olvido. Aunque no se trate en este post, existen una gran variedad de causas de olvido relacionadas con cada uno de los factores que están involucrados en los mecanismos de memoria:

  • Factores de codificación y adquisición de información. Por ejemplo, puede ser que se recuerde algo en función del contexto. En este caso no existe un olvido de la información pero se ha codificado esa información con una serie de condicionantes extras.
  • Factores de retención, repaso y recuperación de la información. Aquí suele aparecer la expresión de “Lo tengo en la punta de la lengua”. En los perros se manifiesta de forma diferente, pero suele ocurrir que la primera repetición de un concepto a repasar sea muy costosa y en cuanto se vuelve a sacar a la palestra, el resto vienen seguidas.

Evidentemente existen infinidad de estudios sobre el olvido, en este post trataré los efectos de interferencia.

Interferencia proactiva y retroactiva

Una de las alteraciones comunes en los procesos de adquisición de información se debe a la exposición a un estímulo importante, antes o después del suceso que se intentar aprender. Si por ejemplo tuviésemos que aprender una palabra en otro idioma pero antes o después de esta palabra nos enumeran otra larga lista de datos que por algún motivo también nos interesan podemos decir que se están produciendo interferencias.

Se puede hablar de dos tipos de interferencias según se exponga el estímulo antes o después de lo que se trata de recordar.

Interferencia proactiva

La interferencia proactiva se da cuando el recuerdo de algo se deteriora por la exposición previa a otra información. Una definición un poco más formal es está:

Interferencia proactiva: alteración de la memoria provocada por la exposición a estímulos previos al evento a recordar.

En el caso del mundo perruno podríamos hablar de interferencia proactiva cuando intentásemos enseñar un nuevo concepto a nuestro perro exponiéndolo antes a otra serie de órdenes, estímulos, etc. En un caso más concreto suele ser habitual centrarse en el detalle de que un perro que va a aprender a ir al cono le pidamos algo tremendamente importante (es broma) para aprender a ir al cono y es que lo haga desde la posición de junto. Obviamente le estamos complicando el aprendizaje de este concepto mediante una interferencia proactiva.

perro-viejo

Interferencia retroactiva

Al contrario a la interferencia proactiva, en la interferencia retroactiva el recuerdo de algo se deteriora por la exposición posterior a otra información. En este caso hablando del mundo canino podríamos poner como ejemplo la típica sesión donde se inicia un ejercicio concreto (por ejemplo el “De pie”) con unos resultados más que aceptables y en este momento de euforía nos lanzamos a seguir con otro ejercicio que necesitamos mejorar (por ejemplo el cono) provocando una interferencia retroactiva ya que lo más apropiado hubiese sido dar la sesión por finalizada tras la iniciación del nuevo concepto (en este ejemplo hablamos del “De pie”). A continuación se define la interferencia retroactiva:

Interferencia retroactiva: alteración de la memoria provocada por la exposición a estímulos después del evento a ser recordado.

Existen diversos estudios de la interferencia retroactiva y proactiva en animales. Para el caso de la interferencia retroactiva véase Killeen (2001), y Harper y Garry (2000). En el caso de la interferencia proactiva véase Grant (2000).

Tras un largo verano, muchos de nosotros y nuestros perros, tenemos nuestros más y nuestros menos con el testarudo olvido y pensé que sería un buen momento para dedicar dos post a este asunto que espero os interese a la mayoría.

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Referencias

Grant, D. S. (2000). Influence of intertrial interval duration on the intertrial agreement effect in delayed matching-tosample with pigeons. Animal Learning & Behaviour, 28, 288-297.

Harper, D. N., y Garry, M. (2000). Postevent cues bias recognition performance in pigeons. Animal Learning & Behaviour, 28, 59-67.

Killeen, P. R. (2001). Writing and overwriting short-term memory. Psychonomic Bulletin & Review, 8, 18-43.

White, K. G. (2001). Forgetting functions. Animal Learning & Behaviour, 29, 193-207.

Nuestros alumnos nos avalan.

¡Pídenos información! Un fuerte abrazo, Javi Martínez.