Introducción

Hoy me gustaría contarte la historia del llamado «Efecto Clever Hans» que recibe este nombre en honor a un caballo llamado Hans con el que Von Osten intentó demostrar que los animales eran capaces de resolver problemas matemáticos.

Era el final del siglo XIX cuando un hombre de origen alemán, profesor de matemáticas, Wilhelm Von Osten, intentó demostrar que los humanos subestimamos la inteligencia del resto de los animales.

Puesto manos a la obra, trató de enseñar matemáticas a un gato, a un oso y a un caballo.

¿Crees que lo consiguió?

Pues parece que de los tres solamente uno ofreció resultados. efecto clever hans
A lo largo de cuatro años, diariamente Von Osten se instalaba con Hans, su caballo, en un patio; colocaba una pizarra donde mostraba escritos los números y algunos cálculos matemáticos.

Después de varias clases Hans parecía capaz de resolver problemas elementales de matemáticas como sumas, multiplicaciones, divisiones y ¡sorpresa! raíces cuadradas.

Hans golpeaba con una pata el suelo dando golpes con su casco, equivalentes al número que resultaba de la operación.

Von Osten, enorgullecido con el trabajo y los resultados obtenidos decidió mostrar las habilidades de Hans por todo el país en espectáculos públicos, algo que llamó la atención de muchas personas; aquellos espectáculos terminaron congregando a grandes multitudes.

Esto despertó el interés de la junta de educación alemana y se formó una comisión de trece personas, la Comisión Hans, para el estudio de aquel fenómeno; de entre ellas participaban un veterinario, dos profesores, el director de un circo, un entrenador de caballos, dos zoólogos y el director del zoológico de Berlín.

La Comisión Hans trabajó investigando con Von Osten y con el caballo y realizó todo tipo de pruebas para concluir que Kluge Hans, “Hans, el inteligente”, (en inglés “Clever Hans”) tenía todas aquellas

capacidades que Von Osten presentaba y que, detrás de aquellas, no existía ningún fraude.

Sin embargo, y a pesar de esta declaración de la comisión, un psicólogo escéptico, Oskar Pfungst pidió a Von Osten hacer algunas pruebas más al Hans; una de esas pruebas fue pedir a Von Osten desaparecer de la escena y que los problemas matemáticos formulados, Hans los resolviera mientras Von Osten estaba oculto a la vista del caballo; otra prueba consistió en que Von Osten planteara a Hans problemas matemáticos de los que él mismo desconociese la respuesta. En esas pruebas Hans fallaba.

¿Cómo era esto posible?

Evidentemente, como se puede deducir, Hans solo podía dar respuestas correctas al ver a su examinador o cuando estando delante de él, este conocía la respuesta, por lo que Pfungst concluyó que de una forma sutil e inconsciente Von Osten inducía la respuesta con su lenguaje no verbal: modificaba la postura, gesticulaba con el rostro, e incluso cambiaba su respiración.

Von Osten, sin saberlo, al acercarse la respuesta aumentaba su comunicación no verbal; cuando llegaba la correcta todos aquellos gestos desaparecían, algo que Hans era capaz de percibir y era el momento en el que dejaba de golpear el suelo.

Pfungst rechazó la idea de que Hans pensaba de forma independiente.

 

La comunidad científica admitió que Von Osten no escondía intención de fraude, porque solo perseguía la verdad científica.

Basándose en los estudios de Pfungst uno de los miembros del comité, Carl Stumpf, filósofo y psicólogo, formula la hipótesis del “Efecto Clever Hans”; acorde a ella se describen muchos estudios de la ciencia en los que se prueba la influencia consciente e inconsciente sobre el individuo objeto de estudio o adiestramiento en el resultado.

Intentado prevenir estos efectos, suele aplicarse en muchos experimentos el “método del doble ciego; en resumen, se trata de aplicar un método que persigue evitar que los resultados a los que llega una investigación estén influenciados por el efecto por el sesgo del experimentador.

 

Vamos a explicarlo.

En un experimento cuyo objeto es obtener un resultado determinado participan dos partes: El experimentador y el sujeto de la prueba. Si el experimentador conoce el resultado (como le sucedía a Von Osten),

podría de forma consciente o inconsciente influir en el sujeto (Hans), y por tanto la respuesta influenciada afectaría al resultado de la prueba.

Una aplicación del doble ciego en el mundo del perro.

Imagínate que vamos a trabajar con un perro y que este debe seguir un rastro para localizar a una persona. Nuestro ayudante está muy escondido y tú como guía debes acompañar al perro a hacer su búsqueda;pero tú sabes dónde está escondido el ayudante. De una forma consciente o inconsciente es probable que estés dirigiendo al perro al resultado.

Sin embargo, si desconoces la ubicación del ayudante o si al perro lo acompaña otra persona que desconoce dónde está, sabremos con seguridad que si el perro localiza al ayudante lo habrá hecho trabajando sin

influencia o ayuda externa alguna, por lo que el resultado es fiable.

 

¿Y qué fue de Clever Hans?clever-hans

A la muerte de Von Osten, en 1909, Karl Krall se lleva a Hans a Elberfeld, donde creó un espacio de investigación junto con otros “clever hourses”: Muhamed y Zarif, asegurándose con nuevos experimentos de que Hans y sus nuevos compañeros continuaran siendo tema de conversación por mucho tiempo.

Conclusión

Con este experimento se demostró, no la falta de inteligencia de los animales, si no la capacidad para «descifrar» nuestro lenguaje corporal.

Somos uno de los seres vivos que más inductores utilizamos en la comunicación, es decir, muchas veces decimos más con un lenguaje no verbal que con las palabras que salen de nuestra boca.

 

Imágenes de La Wikipedia.

 

 

¡Espero que os haya gustado el post o en su defecto el video!
¡Nos vemos en la próxima charla canina!

Nuestros alumnos nos avalan.

¡Pídenos información! Un fuerte abrazo, Javi Martínez.