Presentación e Introducción

Luis Souto y Marga Cladera son los humanos al mando de TALKAN. Luis es Licenciado en Psicología Clínica (Practicum de fin de carrera sobre Terapia Asistida con Animales), Máster en Neuropsicología infantil, Experto en Psicopatología infantil y apasionado por la Psicología comparada, Luis se considera ante todo un educador que ama aquello que enseña y se esfuerza por hacer evolucionar las técnicas que aplica para mejorar la ayuda que podemos brindar a los perros y a quienes les cuidan. Luis ha contribuido a la formación de profesionales de la educación canina por toda España, así como en Alemania, Finlandia, Noruega, Portugal y Reino Unido

Con este grado de especialización, Luis tenía que terminar topando con la Neurociencia Afectiva. En esta entrevista hablamos sobre este enfoque con Luis. Pronto arranca su curso sobre Neurociencia Afectiva en la Educación Canina y además de tratar sobre este asunto, he aprovechado para hablar sobre otros temas de interés para los interesados en la Educación Canina.

Espero que esta entrevista anime a muchos a escuchar a Luis y fomentar la curiosidad sobre la Neurociencia Afectiva.

SEUP: ¿Qué le dirías al Luis de hace 20 años? ¿Qué consejo le darías?

Dos a falta de uno:

  • Aunque huyas de la psicología humana te vas a dar de bruces con ella, pero no pasa nada, son una especie con puntos fuertes y debes mirarte y mirarlos con esperanza. Porque los perros nos hacen mejores.
  • Que se preocupara menos y se ocupara más de hacer lo que le gustaba; de hecho es lo que me digo ahora y trato también de recordarlo a mis hijas, aunque a su edad, 9 y 5 años, fluyen mejor en ese sentido.

SEUP: ¿Cómo compaginas paternidad con el desempeño de la profesión?

Como puedo, como todas las madres y padres de este mundo, pero en el fondo son la razón por la que hacemos todo lo demás. Los niños son, como los perros, como todo lo que vale la pena, explosiones de vida. Rompen tus esquemas y te hacen crecer. Hay momentos donde las obligaciones se solapan y te ves desbordado pero, por lo general, para cualquier educador es algo muy sinérgico el tratar con más de una especie.

SEUP: ¿Qué nos puedes contar de la Neurociencia Afectiva aplicada a la educación canina? Algo que no rompa la intriga de tu curso

El estudio de las emociones en animales no humanos ha estado sujeto a debate durante mucho tiempo y gran parte de nuestras herramientas de intervención como profesionales de la educación canina preceden la revolución neuroafectiva, de modo que el curso supone en primer lugar una refundación de la educación canina sobre las bases de los procesos emocionales.

Además, si hablamos de modificación comportamental, hemos de tener en cuenta que las emociones son el gran caballo de batalla. En cierto sentido, los problemas de comportamiento vienen a ser como un iceberg: sólo el 10% aflora a la superficie, mientras que la mayor parte del peso reposa sobre el perro sin provocar molestias a los tutores. Así que la neurociencia afectiva nos permite abordar los problemas de comportamiento de forma más profunda priorizando el bienestar del perro, como parte más vulnerable, pero también más orgánica al actuar sobre los distintos sistemas emocionales primarios.

Resulta también una teoría muy práctica. Por ejemplo, gracias a la NA cuando tratamos una fobia a ruidos o miedos en general, podemos apoyamos sobre la activación de los circuitos dopaminérgicos de búsqueda para inhibir los de miedo. En el caso de fobias a ruidos, esto resulta muchas veces visible a través del “arco reflejo”, ese movimiento ladeando la cabeza, mientras que en el caso de otros miedos podemos apoyarnos sobre el olfateo, un correlato observable que también indica el encendido de los circuitos de búsqueda de forma inequívoca.

Otro ejemplo, en casos de ansiedad por separación donde sabemos que el circuito de pánico se activa, implique o no la emisión de una protesta de separación, podemos proponer actividades y rituales que favorecen una unión segura, de forma previa a la separación, aumentando así los niveles de oxitocina y opiáceos, y posteriormente promover la autoexposición a la separación por parte del perro respecto de la figura de apego, a través de la activación de circuitos de juego y también los de búsqueda que están en una relación de alternancia con el de pánico.

Por supuesto la neurociencia afectiva aplicada a la educación canina también comprende en su seno los procesos emocionales secundarios, es decir, los condicionamientos respondiente y operante, en los cuales se encastran las emociones primarias. Vemos incluso cómo los perros hacen buen uso de las emociones terciarias, es decir, procesos deliberativos y son capaces de envolver emociones de valencia negativa con otras positivas, por ejemplo jugando a tener miedo.

En definitiva, el esquema de procesos emocionales resulta muy revelador sobre las distintas formas en las que aprenden los perros, que son aprendices muy inteligentes (y por tanto oportunistas), y nos ofrece nuevas posibilidades de intervenir de forma más proporcional y respetuosa.

SEUP: ¿Qué te causa rechazo, miedo, mal rollo del panorama actual del Perro?

Algo que resulta patente cuando pasamos tiempo dentro del sector es la existencia de modas, entendidas como tendencias que emergen de manera cíclica y aspiran a presidir la actuación de los profesionales.

La existencia de modas es inevitable, pero lo que me provoca rechazo es abrazarlas sin una sana dosis de pensamiento crítico, individual por definición, y mucha prudencia.

Algunas modas se encuentran en clara recesión, como el instintivismo representado por figuras mediáticas, mientras que otras van al alza. Por ejemplo, una tendencia que proviene de un área científica que me es muy próxima (la neuropsicología infantil) es la consistente en patologizar la conducta. Recientemente se han hecho “progresos” para trasladar el TDAH al ámbito canino, una etiqueta muy tentadora para el profesional del comportamiento en nuestro sector porque con frecuencia observamos esta triada de síntomas: la inatención, la impulsividad y, en su caso, la hiperactividad.

No obstante, cuando se hace este trasvase, se hurtan debates profundos que, sobre todo en el ámbito infantil, han ocupado varias décadas: Existe investigación que muestra que el mero incremento del tiempo de juego en media hora diaria disminuye estos diagnósticos en psicopatología infantil en casi un 50%. En otras palabras, con independencia de que podamos trasladar el constructo TDAH al ámbito cinófilo, me preocupa que como sociedad (acelerada y consumidora de soluciones instantáneas) desconozcamos las necesidades de base del perro (incluyendo la de jugar, no olvidemos que es una emoción primaria y que cuenta con un circuito específico), y pongamos el foco sobre un problema de comportamiento que surge precisamente a raíz de nuestra negligencia como tutores.

Así que esta tendencia lejos de ser neutra conduce a la sobremedicación, no en balde un factor definitorio del TDAH consiste en el efecto paradójico que se obtiene al dispensar una sustancia psicoestimulante, típicamente el metilfenidato. De modo que, con la importación de esta categoría, existe un claro riesgo de sobremedicar en detrimento de las actuales tendencias que para este trastorno del neurodesarrollo es el tratamiento multimodal. En este sentido, los perros se encuentran en una situación de vulnerabilidad mucho mayor que nuestros hijos, ya que con frecuencia su único punto de contacto con el mundo es la familia humana que les acompaña, con mayor o menor información y acierto, incluso sin más perros que convivan en el mismo hogar. Es decir, no existen otros mecanismos que puedan compensar por nuestras carencias y errores en nuestro rol de tutores y el riesgo de medicar por “patologías” que sólo reflejan nuestras carencias es enorme.

SEUP: ¿Existe bajo tu punto de vista algún riesgo similar dentro del ámbito de la neurociencia afectiva o es una moda segura?

Por supuesto, estos riesgos tampoco son ajenos a la Neurociencia Afectiva, es más diría que existen dos principales. El primero es el de trasponer el conductismo radical a un nivel molecular con las limitaciones y desconexiones que le son propias. Jaak Panksepp bromeaba en el sentido de que el surgimiento de las neurociencias, lejos de destronar a los conductistas, había reconvertido a muchos de ellos en neurocientíficos, pero sin romper sus esquemas dogmáticos de pensamiento. Sin duda el enfoque de la conductología tiene esta capacidad de fagocitar cualquier otra disciplina, incluso las neurociencias que, no olvidemos, arrojan luz sobre el organismo, el término intermedio que los conductistas abogaron por soslayar centrándose en las relaciones entre estímulos y respuestas. Por tanto, no deja de ser paradójico que se pretendan ver las secreciones de neurotransmisores en términos de contingencias.

El segundo riesgo está íntimamente relacionado con las consideraciones que hemos hecho previamente sobre el TDAH. Desde el momento que, gracias a la neurociencia afectiva, profundizamos en el mecanismo surge la tentación de creer que podemos ceñirnos a una intervención que reequilibre los pesos de neurotransmisores de forma extrínseca. Por desgracia la medicina comportamental, que aporta también herramientas valiosas para la intervención, no cuenta a veces con moléculas lo suficientemente selectivas, incluso en ocasiones diría que no resulta ético medicar sin cambiar ciertas rutinas, hábitos y condiciones ambientales que afectan al perro de forma negativa.

SEUP: ¿Hacia donde crees que va la Educación Canina? ¿Ves posible una “biologización” de la Educación Canina? ¿Cuál puede ser la aportación desde la neurociencia afectiva?

Es un momento apasionante para estar dentro de la educación canina, pues somos testigos de distintas líneas de evolución e interacciones susceptibles de enriquecerla. En general, estamos estrechando la distancia entre la ciencia de base y la práctica profesional, cada vez los resultados de los estudios son más relevantes para los educadores caninos, si bien éstos deben adquirir unas mínimas bases científicas y comprender lo acotado de los estudios.

Dentro de estas tendencias destaca por supuesto una mejor comprensión del mecanismo, la fisiología que subyace a la conducta y a los problemas comportamentales, siendo ésta una evolución que, como he dicho, no debería necesariamente llevar a medicar en más casos. De hecho, creo que una tendencia muy interesante también en el ámbito comportamental, es la mayor atención que está cobrando la autoselección de sustancias por parte de los perros y que puede complementar el modelo alopático tradicional de la medicina veterinaria. No obstante, espero que en los próximos años la aportación de la Biología para la educación canina provenga a la etología en su sentido original, como el estudio del comportamiento de los perros en su medio natural, algo que cuando empezamos muchos parecía un contrasentido porque el perro se presentaba como una especie impura, pero que a día de hoy se ha ramificado y profundizado muchísimo.

Respecto a la aportación de la NA, tal como lo veo, podríamos hablar de una auténtica crisis neuroafectiva en el ámbito de la educación, en general, y de la educación canina en particular. Crisis en el sentido chino, como oportunidad, porque circunnavegando los riesgos que acabamos de mencionar, de regresión al conductismo radical estanco del pasado y de sobremedicación, nos ofrece una ocasión única de profundizar y entender mejor el delicado entramado neuroafectivo que nos conecta con otra especie tan altamente social como son los perros. Al margen de contribuir a entender mejor el mecanismo de la conducta, una de sus cuatro causas a tenor de los padres de la etología como Nikko Tinbergen, el objetivo de la NA puede ser éste: dilucidar mucho mejor, operativizar nuestro papel como referentes, teniendo en cuenta que los procesos afectivos que analizamos son transversales, es decir, involucran no sólo al perro, sino también a la persona tutora. Esa corrección del centro de gravedad, que reposaba casi exclusivamente sobre el perro, para incorporar también al polo humano de la relación creo me parece muy importante, no sólo en el ámbito de la TAP, sino también cuando el acreedor de la terapia es un perro. Se restaura así una simetría cuya carencia, si la analizamos, trae causa del antropocentrismo.

SEUP: Y al sector, al “gremio”, ¿Qué diferencias ves con otros?

Parafraseando el típico chiste xenófobo, se podría decir que la educación canina sería una profesión maravillosa… si no fuera por los educadores caninos.

En realidad, no creo que haya grandes diferencias, porque la naturaleza humana es transversal y conduce más o menos a los mismos conflictos con independencia del ámbito profesional, incluso de la época histórica.

Si acaso la peculiaridad puede emerger de que ejercemos en un ámbito que nos es tan próximo al corazón como son los perros posturas muy polarizadas, incluso rígidas. Debemos de entender que los perros nos unen por encima de todo, que podemos estar en distintas páginas del libro titulado educación canina, unas veces vamos unas páginas por delante y otras por detrás. Creo que esto descargaría algunos debates de prejuicios y nos ayudaría a avanzar considerando el peso de los argumentos y no tanto en función de sesgos y etiquetas.

SEUP: En una escala de 1 a 5, siendo 1 totalmente desacuerdo y 5 totalmente de acuerdo, puntúa las siguientes afirmaciones:

  • No entrenes con tu perro;

      1 pero con una condición: Entrenes o no con tu perro, prima el educarle para alcanzar la felicidad sobre el alcanzar las mejores prestaciones.

  • AdoptaNoCompres;

      3 ó 4 quizás. Teniendo en cuenta que en los albergues y perreras hay algunos de los mejores perros del mundo, pero también perros poli traumatizados, adopta siempre que puedas, pero con una conciencia clara de tus límites: Nunca abandones y adopta un perro de albergue o de la calle siempre que puedas.

  • Jaak Panksepp es mi Dios;

      5 Jaak fue una persona muy especial, apasionado al extremo por lo que hacía y con la clarividencia de invertir buena parte de su esfuerzo en enseñar a otros no sólo lo que sabía, sino también un modo de pensar. Estoy convencido de que cuando enseñamos las cosas las entendemos mejor, así que todos salimos beneficiados.

Nuestros alumnos nos avalan.

¡Pídenos información! Un fuerte abrazo, Javi Martínez.